CASA GRANDE GILDEMEISTER VS COAZUCAR. POR: JUAN ARRIAGA DIEGUEZ.
Han transcurrido 11 años de control de la empresa azucarera
Casa Grande en manos de CoazĂșcar, propiedad de la CorporaciĂłn Gloria, y merece
una somera evaluaciĂłn objetiva y comparativa para conocimiento de tirios y troyanos,
especialmente de las nuevas generaciones que no vieron ni vivieron esas Ă©pocas
añoradas.
Esta empresa azucarera, de gran importancia productiva y
econĂłmica, cae en manos de esta corporaciĂłn por las siguientes razones
principales: La pérdida de la empresa por los trabajadores se debe primero por la
impreparaciĂłn, incapacidad y los garrafales yerros de los dirigentes
cooperativistas con mĂĄs poder de decisiĂłn y sus ejecutivos, sin experiencia, en
manejo empresarial, y sin Ă©tica, en menor proporciĂłn.
La generosa oportunidad brindada, con buenas intenciones econĂłmicas
y sociales, por el Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada, no fue
positivamente aprovechado.
Fueron mucho los errores que se cometieron con el modelo cooperativo. Malograron una industria prĂłspera ya evolucionada en cuanto a producciĂłn y comportamiento humano. Tiraron esta valiosa ocasiĂłn por la borda. Hoy serĂan dueños de su destino con la posesiĂłn de una mina de oro inacabable y no estarĂan lamentĂĄndose del maltrato de CoazĂčcar.
Fueron mucho los errores que se cometieron con el modelo cooperativo. Malograron una industria prĂłspera ya evolucionada en cuanto a producciĂłn y comportamiento humano. Tiraron esta valiosa ocasiĂłn por la borda. Hoy serĂan dueños de su destino con la posesiĂłn de una mina de oro inacabable y no estarĂan lamentĂĄndose del maltrato de CoazĂčcar.
Pero esta pérdida irreparable se debió también gracias a la
generosidad sospechosa y turbia del gobierno de Alejandro Toledo Manrique y de
todo su sĂ©quito de aprovechadores – Pro inversiĂłn del ejecutivo y del Congreso,
FONAFE y otros organismos del entorno gubernamental- de las circunstancias
adversas que afrontaba esta empresa.
Segundo fue la frustraciĂłn y la ambiciĂłn de algunos ingenuos lĂderes
locales, descontentos con la detentaciĂłn del poder administrativo por
dirigentes arribistas de formaciĂłn mediocre, vinculados con un partido polĂtico
tradicional a quienes acusaban de malos manejos econĂłmicos y de aferrarse a los
cargos por motivaciones nada santas.
La realidad cruda es que a fines del 2005 y comienzos del
2006, pese que Casa Grande ya se habĂa convertido en sociedad anĂłnima abierta, seguĂa
siendo mal conducida y estaba cerca del colapso econĂłmico financiero debido a
deficiencias administrativas y humanas de todo orden y principalmente en el
aspecto Ă©tico lo que motivĂł la bĂșsqueda de accionistas privados como salvadores
para destronar a los dirigentes locales que, en honor a la verdad, estaban
entronizados por varios periodos.
Esta circunstancia adversa justificĂł la fusiĂłn del Estado con
grupos opositores y propiciĂł el ingreso de representantes del Estado, nada
calificados y extraños aventureros en el Directorio y en el ejecutivo que sólo
se preocuparon por medrar, egoĂstamente, en rio revuelto.
Como la situaciĂłn fue insostenible por las cruentas luchas
internas, para detentar el poder, no obstante que dirigĂan la empresa con apoyo
de la PolicĂa Nacional. El testaferro MartĂn Aguayo Risco, por fundado temor, (casi
lo cogen para lincharlo) entre gallos y medianoche, vendiĂł su paquete de
acciones que ascendĂa al 21 por ciento del total de las acciones, que sumadas
con el 32 por ciento del Estado obtuvieron mayorĂa para conseguir el control de
la empresa. Todas estas acciones fueron compradas por el Grupo Gloria a un
Ănfimo precio, mĂĄs las que tenĂan, sumaron el 57.09 del total de las acciones.
Cuando reciĂ©n ingreso CoazĂčcar, en el 2006, ofreciĂł realizar
una gestiĂłn administrativa eficiente y correcta, con rostro humano. En lo
primero estĂĄn cumpliendo, pero en lo segundo tiene sus bemoles y fundadas
crĂticas. La mejor demostraciĂłn fueron los 4 meses de huelga que realizĂł el Sindicato,
el 2015, por los malos tratos y abusos de CoazĂșcar. Lamentablemente nadie ganĂł
esta contienda laboral. Todos perdieron. Se sentĂł un precedente y una lecciĂłn
para que los pliegos de reclamos sean dialogados por personas preparadas y
atinadas por ambos lados.
Mientras tanto, con malas artes, los indolentes funcionarios
de CoazĂșcar, ayudados por profesionales sin Ă©tica locales, se encargaron de
eliminar la vigencia de los legales pactos colectivos y mermar asĂ la capacidad
de gestiĂłn de los dirigentes sindicales
De otro lado, pese al formal ofrecimiento del accionista
mayoritario, Jorge RodrĂguez RodrĂguez de repartir con equidad y justicia los
dividendos, desde el 2006, no cumple hasta ahora y siguen maltratando a los
miles de accionistas minoritarios con la inequitativa reparticiĂłn de los
dividendos. Los pocos años que han repartido, -después que pagaron la deuda
heredada- fueron migajas.
Lo demuestran los Estados Contables, pues figuran 501
millones acumulados y retenidos por concepto de dividendos, que son usados,
egoĂstamente, como palanca financiera para obtener bonos corporativos y otros
préstamos que son empleados en sus otras empresas, en lugar de hacerlo dentro
de Casa Grande, creando otras fuentes de trabajo y dando empleĂł a cientos de
jĂłvenes que subsisten con los magros ingresos de moto taxistas y otros cientos
de desocupados locales para disminuir la creciente delincuencia y la
inseguridad ciudadana.
Pero como se trata de
una impiadosa corporaciĂłn, como todas las que operan en el inhumano mundo de
hoy, los accionistas minoritarios casagrandinos fundadores son tratados como
verdaderos parias.
Lo justo y correcto debe ser que este dinero hoy utilizado
para fines egoĂstas deberĂa, sino no quieren repartir dividendos, con el dĂ©bil subterfugio
de cuidar la empresa, deberĂan capitalizar un porcentaje (por ejemplo, el 50
por ciento) de los 501 millones en la empresa y repartir, acciones, proporcionalmente,
en las cantidades que les corresponden a todos los accionistas sin excepciĂłn.
SerĂa un gesto empresarial loable y solidario. Pero, sin duda, como sus
directores y principales ejecutivos son insensibles y egoĂstas, es como pedir
peras al olmo. Hay que esperar sentados.
Los integrantes de la familia RodrĂguez Banda, para mejorar,
como verdaderos humanos con espĂritu solidario y empatĂa, deberĂan reflexionar,
con seriedad, sobre lo que aleccionĂł JosĂ© Ingenieros en su obra “Las Fuerzas
Morales”: “EL PODER QUE SE MANEJA, LOS FAVORES QUE SE MENDIGAN, EL DINERO QUE
SE AMASA Y LAS DIGNIDADES QUE SE CONSIGUEN, PUEDEN TENER UN VALOR EFIMERO, QUE
PUEDE SATISFACER EL APETITO DE QUIEN NO LLEVA, EN SI MISMO, EN SUS VIRTUDES
INTRĂNSICAS, LAS FUERZAS MORALES QUE ENNOBLECEN,DIGNIFICAN Y CALIFICAN LA VIDA”.
Lamentablemente estĂĄn lejos de alcanzar esta calidad empresarial y humana.
Lamentablemente estĂĄn lejos de alcanzar esta calidad empresarial y humana.
O lo que aconseja otro pensador, consciente contemporĂĄneo: “NO
BASTA QUE LAS PERSONAS HAGAN BIEN EL NEGOCIO, SINO QUE PERSONAS DE BIEN HAGAN EL NEGOCIO”. Lo segundo
no existe en Casa Grande y en todos los ĂĄmbitos del paĂs y del mundo por eso los
crecientes sufrimientos, tanta desigualdad, pena y degradaciĂłn social. Las
corporaciones, sin corazĂłn y sin alma, no saben lo que es la solidaridad y
menos la piedad.
Esta dura realidad adversa motiva la necesaria y justa evocaciĂłn
de las Ă©pocas en que la Familia germana Gildemeister fueron propietarios de la
Empresa AgrĂcola Chicama Ltda. que llegĂł a tener una extensiĂłn de mĂĄs de 183
mil hectĂĄreas –su extensiĂłn abarcĂł hasta ceja de selva- y cumplieron con
realizar no sĂłlo una gestiĂłn administrativa y productiva eficiente, sino que
demostraron gran sensibilidad humana. Cumplieron a plenitud su responsabilidad
social.
Fueron sumamente empĂĄticos con sus recursos humanos en todos
los sectores. HacĂa muchos años atrĂĄs que ya no se producĂan huelgas cuando les
expropiaron la empresa. PrevaleciĂł un ambiente laboral y social armĂłnico y paz
social en virtud de las buenas relaciones humanas practicadas.
AdemĂĄs, se proyectaron social y econĂłmicamente al Valle
Chicama, la RegiĂłn y el paĂs. No sĂłlo cumplieron, honestamente, con el pago de
los impuestos al Erario Nacional, sino que realizaron una serie obras en
beneficio de la ciudad de Trujillo. Siempre participaban en muchas acciones
benĂ©ficas de Ăndole solidaria y social interna y externamente.
Si se quiere, los verdaderos dueños germanos, no obstante ser
extranjeros, cumplieron una funciĂłn hasta paternalista con sus trabajadores.
Todos los hogares casagrandinos disfrutaron de muchos beneficios. Por ejemplo,
se disfrutĂł de energĂa elĂ©ctrica y agua potable, libre de quĂmicos y
potabilizada con arena de cuarzo importada de Alemania, gratuita y sin efectos
secundarios. Fue el agua mĂĄs agradable del paĂs, baja policĂa gratis en las
mismas condiciones. Reparto de alcohol y atenciĂłn hospitalaria gratis con
medicina eficaz incluida.
Asimismo, racionamiento diario de carne de vacuno, leche, a
precios simbĂłlicos, para lo cual poseĂa una ganaderĂa de mĂĄs de 10 mil cabezas.
RepartĂa arroz semanal, asĂ como productos baratos, fruto de la inteligente
operaciĂłn con los colonos que vivĂan en terrenos colindantes con Casa Grande.
Se les apoyaba, a los colonos, con semillas, bueyes y asesoramiento técnico
para que siembren toda clase de menestras, y la quinta parte de la producciĂłn
que le tocaba a la empresa, fue repartido, como productos baratos, a los miles
de trabajadores como parte de pago. Nadie pasaba hambre. Eran raros los enfermos
porque siempre, las familias casagrandinas y sus 18 anexos, estuvieron bien
nutridos.
Fueron tan considerados y generosos que cada cinco años
pintaban las viviendas de sus trabajadores que utilizaban como usufructo y les
daban la oportunidad de escoger el color de la pintura y cambiaban los grifos
malogrados de las viviendas sin ningĂșn costo para el trabajador.
En cuanto al buen trato con los trabajadores de campo, no
existe parangĂłn. ExistĂa la cocina de campo con eficientes trabajadores de
ambos sexos especializados en el arte culinario. RepartĂan, diariamente, un
suculento aguadito con bastante carne y mondongo de vacuno, alverja y camotes
que se le llamaba la “chufla” y un caldo para levantar muertos y arroz
graneado, pan y fruta para los mayordomos.
Fueron tan empĂĄticos con sus trabajadores que, por ejemplo, a
quienes trabajaron en Aplicaciones AgrĂcolas, les proporcionaban leche, aparte
de su raciĂłn diaria de este alimento, con la finalidad de mitigar los efectos
negativos que significa trabajar con insecticidas, ademĂĄs de los indispensables
implementos de protecciĂłn.
Similares acciones cumplieron con los trabajadores de Casa de
Calderos que prestaban sus servicios por turno en la noche y a quienes se
dedicaban a limpiar, durante la parada del Ingenio, las enfriaderas. Los
atendĂan con un caldo de pata de vacuno caliente y su respetivo aperitivo para
mitigar el frĂo calador que tuvieron que soportar.
Tan buenas fueron las relaciones humanas con los dirigentes
sindicales de la Ă©poca que no sĂłlo prevalecĂa un diĂĄlogo respetuoso y alturado
durante el trato de los pliegos de reclamos, sino que valoraban la calidad y
aptitud de los sindicalistas. En una oportunidad cuando el Gobierno de Estados
Unidos de América promulgó una ley para reducir la cuota azucarera que importaban
y que se destinaba a su mercado interno, los ejecutivos de Gildemeister como
Juan Moll Wagner, designaron don Carlos Castillo Cacho, Secretario General y a
don Eduardo AlcĂĄntara DĂaz, Secretario de Defensa para que representen a Casa
Grande, dentro de la ComisiĂłn de la Industria Azucarera Nacional, para que
vayan al Congreso de ese paĂs del norte y argumenten porque se mantenga la
cuota azucarera sin variar. Lograron su objetivo y estos dirigentes fueron
después, merecidamente, premiados
En el reparto de utilidades fueron sumamente bondadosos.
RepartĂan con encomiable desprendimiento sus ganancias. A sus administradores
de campo, a sus mayordomos de campo y fĂĄbrica, los estimulaban econĂłmicamente,
otorgĂĄndoles lo que denominaba la conocida “sacarosa” con la cual tenĂan
capacidad adquisitiva hasta poder comprarse una vivienda en Trujillo.
Algunos mayordomos de campo y otros jefes, todavĂa
existentes, pueden corroborar la generosidad de la familia Gildemeister. Les
concedĂan, en usufructo, grandes extensiones de terrenos, aparte de las
recordadas huertas, para que siembren y cultiven productos que les permitĂan
ayudarse mejor en el aspecto nutricional y econĂłmico.
Todos los años en Navidad aplicaban la polĂtica humana y
solidarĂa de repartir juguetes para cientos de niños de los hogares mĂĄs
modestos de Casa Grande y sus Anexos. Esta labor se realizaba en los ambientes
de Servicios Internos, después llamada Servicios Urbanos.
Se preocupaban, permanentemente, por cuidar el medio
ambiente, la ecologĂa. Solamente se experimentaba la molestia periĂłdica de las
pavesas, cuando se quema la caña, pero en cuanto a la ceniza, mås peligrosa,
que se generaba en la fĂĄbrica, jamĂĄs escatimaron en la compra de filtros y cuanto
fuere necesario para evitar que los Calderos arrojaran estas perniciosas
cenizas a la poblaciĂłn evitando las enfermedades respiratorias. Sin embargo, a CoazĂčcar
le importa un pepino la salud de la poblaciĂłn de Casa Grande y las entidades
correspondientes, que deberĂan multarla, no dicen ni esta boca es mĂa.
Hasta cuando se promulgĂł y aplicĂł la Ley de Reforma Agraria,
Gildemeister y sus funcionarios no dejaron de ser correctos. No sĂłlo con los
representantes del Gobierno Revolucionario, a quienes les entregaron la empresa
sin poner resistencias u objeciones de ninguna Ăndole, sino que, a muchos
trabajadores, de todos los niveles, les mejoraron sus remuneraciones antes de
retirarse de Casa Grande.
Fueron tan meticulosos y considerados en el manejo y control
de su personal, que los trabajadores, que fueron responsables y eficientes, no
tuvieron necesidad de pedir o exigir aumentos remunerativos. La mejora salarial
les llegaba, en forma espontĂĄnea, como grata sorpresa en sus sobres de pago
mensuales.
Todas estas positivas condiciones humanas, econĂłmicas y
sociales brindadas por los ex dueños alemanes, son recordadas con fruición y añoranza
por miles de casagrandinos que hoy sufren las arbitrariedades de la CorporaciĂłn
Gloria, recuerdan con afecto a la Familia Gildemeister y abrigan la esperanza
de un anhelado retorno de esa apreciada familia germana para abrigar la posibilidad
de un mejor bienestar.
El Estado, por su parte, que deberĂa ser el escudo de los
sectores mås débiles, de los pobres, que afrontan las iniquidades y la
indolencia de estas inhumanas corporaciones, se muestra indiferente. El poder
econĂłmico que ostentan y las influencias nefastas que ejercen permite que estos
abusos persistan y se entronicen.
Los descendientes de la familia Gildemeister, que hoy bregan
por obtener lo que les corresponde por justicia, como la efectivizaciĂłn de los
bonos intransferibles que recibieron cuando les expropiaron sus auténticas
propiedades, deben sentirse orgullosos de sus progenitores, porque fueron
meritorios pioneros de la industria azucarera en el PerĂș.
OjalĂĄ que tengan la buena voluntad de retornar al paĂs,
inviertan con la calidad humana que los caracteriza, pues estamos seguros que
los pobladores de todo el Valle Chicama y de la RegiĂłn, los recibirĂĄn con
beneplĂĄcito y afecto que se merecen.
En cuanto a CoazĂșcar todos sabemos, por experiencia y casos
ejemplares concretos, que la maldad no paga. Tras la bĂșsqueda de la ganancia,
viene, forzosamente, la pérdida. El reciente destape de la estafa de
mixtificada leche “Pura Vida es una muestra evidente del primer castigo que se
merecen por su egoĂsmo y codicia.
Esta es una verdad axiomĂĄtica e inexorable de las que no
estĂĄn exentos quienes acumulan riquezas egĂłlatramente, y sus acĂłlitos, porque,
indefectiblemente, ademĂĄs sufrirĂĄn los dolores de la enfermedad, de la vejez y
la inevitable muerte. En estos aspectos no hay excepciones y peor serĂĄ sino
demuestran piedad y compasiĂłn, con quienes contribuyen al incremento de la
riqueza, que disfrutan unos cuantos, sin ĂĄpice de remordimiento.
Casa Grande: Gildemeister vs Coazucar
Reviewed by Unknown
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junio 30, 2017
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